A medida que las nuevas tecnologías se han ido implantando y asentando en muchos de los entornos en los que nos movemos, conceptos como la originalidad y calidad se han ido alterando para adaptarse a la demanda del mercado. En el plano de la redacción de contenidos no iba a ser la excepción, donde cada vez es más difícil encontrar artículos de calidad capaces de seducir, transmitir y cautivar al lector.
Ahora bien, ¿Cuáles son los motivos por los que la figura del redactor se ha degradado tanto?, ¿En qué medida ha afectado esta situación a la calidad del contenido que actualmente se está redactando? En base a mi humilde experiencia, los factores que han motivado esta caída son varios, así como la responsabilidad que tenemos todas las partes implicadas; desde el cliente final hasta aquellos que escribimos.
Artículo de calidad; ¿En qué se diferencia del resto?
Para que un artículo sea de calidad no necesitamos que venga del puño y letra de una eminencia literaria, aunque es evidente que influirá mucho en el resultado sus conocimientos, técnicas y experiencia acumulada. Para que pueda marcar la diferencia el contenido ha de estar correctamente estructurado y redactado, permitiendo que quién lo lea pueda comprender la información expuesta y emocionarse, documentarse o incluso animarse a comprar, si así se precisa.
La realidad es diferente, ahora es más frecuente toparnos con textos deshumanizados, compuestos única y exclusivamente para llamar la atención de los motores de búsqueda (Google) y, en todo caso, despertar el interés del usuario con un título atractivo. Por dentro, encontraremos un texto plano y pobre que no hace más que vomitar frases sin ningún tipo de coherencia, un copia y pega de toda la vida ligeramente maquillado para intentar engañarnos a todos. Para identificar este tipo de atrocidades, aquí van algunas pistas que harán, como mínimo, sospechar:
- El redactor ofrece un precio muy bajo. Salvo algún caso excepcional; el contenido que se ofrece muy barato es un claro indicador del nivel de compromiso y profesionalidad del redactor que contratamos. No es cuestión de tener que cobrar más, sino de valorar el trabajo y tiempo invertido según el proyecto. Lo más probable es que el resultado que obtengas sea inferior al esperado.
- El plazo de entrega es inmediato. Y hablando del tiempo invertido, en los contenidos extensos ofrecer un plazo de entrega muy corto da a entender que el redactor no va a estar lúcido por tratar de hacerlo lo más rápido posible, o bien, recurrirá al copiar y pegar para después retocar y entregar un contenido prácticamente inservible.
- Redundancia de palabras y frases en el texto. Un artículo de calidad procura generar una lectura fluida pero rica, sin tener que abusar de términos en las frases. Los trabajos malos se repiten constantemente en cada párrafo, reflejando el desconocimiento de la materia o falta de interés del que lo ha escrito.
La calidad es el resultado de una serie de procesos y atenciones previas, como la inversión de tiempo que debemos hacer a la hora de preparar la información y plasmarla en el artículo o el interés que depositemos en la tarea. Un nuevo texto siempre ha de ser mejor que las versiones anteriores de las fuentes en las que se ha nutrido el redactor para documentarse.
Difícil encontrar artículos de calidad si solo queremos monetizar
En la década de los 2000 vivimos un boom con los Blogs y las posibilidades que surgían en Internet, donde todo el mundo quería encontrar su espacio. No importaba de qué fuera la temática, millones nos lanzamos a crear pequeñas bitácoras y rincones donde compartir pasiones, afinidades, reflexiones y conocimiento. Desde entonces hasta ahora, las tendencias han cambiado, el uso de Internet y la gestión de lo que publicamos se ha enfocado en la monetización, perfilando casi todo lo que escribimos con un interés económico:
Si creamos un canal de YouTube
Queremos que el contenido sea interesante, llamativo, cautivador y posicione para rentabilizar las visualizaciones y generar ingresos. Buscamos las palabras adecuadas para destacar, aunque el guion sea absurdo y carezca de sentido en algunas ocasiones. El vídeo que subimos pretende captar visualizaciones, cuántas más mejor, ya que así lograremos generar mayores beneficios por publicidad con cada usuario que acceda al contenido.
Si lanzamos un Blog
Necesitamos que los artículos estén optimizados para Google antes que para las personas, priorizando al robot que indexa antes que al humano que acude en busca de información. Para muchos, la prioridad ya no es documentar, sino conseguir tráfico y conversiones.
Si preparamos una tienda online
Queremos que nos encuentren en el primer resultado de búsqueda gracias a la optimización de las descripciones de nuestros productos, creados para posicionar por encima de informar. Vamos a vender, queremos esa conversión y, si no funciona o hay demasiada competencia, buscamos otro nicho sin pararnos a pensar en cómo ser mejores y más útiles para el posible comprador.
En apenas una década hemos redefinido el concepto y uso que le damos al contenido que generamos y consumimos, dejamos atrás aspectos como la involucración para dar prioridad a la monetización. Esto no es malo si se sabe aprovechar, aunque su uso desmedido ha provocado que muchos desatiendan la importancia del contenido de calidad sobre otros aspectos también necesarios e importantes, como el ya mencionado posicionamiento, muy útil si se combina con el arte de redactar artículos de forma creativa y original.
Redactor freelance; Devaluado y sobreexplotado
La creciente demanda de contenido ha provocado que muchos valientes se adentren en el mundo de la escritura, ofreciendo sus habilidades como redactores freelance. Mientras unos descubrieron su pasión y complicidad con el teclado, otros fueron comprobando que, con solo juntar algunas frases y párrafos de otras fuentes, se podía ganar dinero ofreciendo este servicio a todas aquellas personas que, por falta de tiempo, desconocimiento o interés, no deseaban trabajar su propio contenido. Ignoraban que resulta muy difícil encontrar artículos de calidad si no nos gusta el teclado.
Cualquiera puede ser redactor freelance, que lo haga bien ya es otra cosa. Por fortuna para el resto de los que sí mantenemos la pasión y el compromiso, son mayoría los que abandonan cuando descubren que la calidad de lo que ofrecen requiere de un alto grado de implicación que no están dispuestos a asumir. El problema lo encontramos en la imagen que se ofrece, la competencia que se genera y la devaluación del trabajo, ya que el cliente corriente tratará siempre de buscar lo más económico. Ofrecer artículos a 1€ es, además de un insulto al resto de los que nos dedicamos a esto, una forma de hacer de menos una profesión que influye en gran medida en el resultado del proyecto/negocio para el que se contrata.
Al fin y al cabo, todo lo que vemos en la red es contenido, ya sea en un formato u otro, es responsabilidad de los redactores, diseñadores, programadores, editores y demás profesionales que tú lo veas como corresponde, invitándote a seguir leyendo hasta el final. Dicho esto, comprenderás por qué también es importante mencionar el papel y responsabilidad que tiene quién nos contrata, ya que en muchas ocasiones ofrecerá presupuestos mínimos para exigir artículos de calidad bien estructurados. A cambio de una limosna, habrá que entregar un trabajo cuidado al detalle, como si el tiempo que requiere lograrlo fuera regalado.
La Inteligencia Artificial ha empeorado la situación
Mucho más lejos de lo que se espera que haga, la famosa y ya conocida IA no ha hecho más que empeorar la situación en cuanto al mundo del redactor. Si a alguien le quedaban dudas ahora podremos dar una orden y solicitar contenido en cuestión de segundos. Con apenas unos minutos, recibiremos textos «originales» sobre la temática que queramos sin necesidad de sufrir los plazos, tarifas y condiciones de un redactor de contenidos convencional. El problema que nos encontramos es que la realidad es totalmente diferente, algo que muchos ya se han dado cuenta y ahora tratan de volver sobre sus pasos.
Si todavía los hay que pretenden ofrecer sus habilidades redactoras a bajo coste empleando de fondo las prestaciones de la IA, también quedan empresas que buscan la forma de obtener su propio contenido sin precisar de nada más que ChatGPT o software similar. Ahorran costes y no tienen que desembolsar ni un céntimo. Cuando se dan cuenta de que no se alcanzan los objetivos ni el contenido engancha al lector, echan balones fuera o directamente abandonan el proyecto.
Tanto el redactor de contenidos como quién lo contrata quieren reducir el esfuerzo al máximo, tratando de evitar complicaciones ni grandes desembolsos. Cuánto más barato y rápido, mejor. Uno pretenderá generar artículos con solo pulsar un botón mientras que el otro querrá pagar lo mínimo esperando mantener la calidad. Aunque sigue siendo cada vez más difícil encontrar artículos de calidad, no todos somos así ni la profesión está perdida :).
